Angulación de encuadre

Un motivo puede encuadrarse desde diversos ángulos, acercándose o alejándose de éstos, desde arriba o desde abajo, las proporciones y el fondo modifican la composición.

Buscar un buen ángulo para la toma fotográfica, consiste en acechar a nuestra presa gráfica, y estar alerta de que cualquier pequeño desplazamiento de poca distancia, puede generar composiciones diferentes que serán más o menos afortunadas. En consecuencia, nos moveremos en torno a ella acercándonos y alejándonos si es posible, hasta conseguir un punto de vista adecuado y obtener en la mayor medida posible las siguientes cuatro características:

El sujeto principal de la escena debe mostrar hacia la cámara el lado que nos interesa tomar, el cual puede ser según la intención del fotógrafo, cualquiera de los muchos frentes que el tenga.

Debemos buscar el ángulo de incidencia de la luz más pertinente para el concepto que deseamos comunicar, siendo con alguna frecuencia la iluminación más apreciada, la semi-lateral, pero pudiendo ser también cualquier otra.

Los planos anteriores al motivo que queremos destacar, deben de estar limpios de cualquier otro elemento sobrante que interfieran en su visualización, u ocupados por cuerpos que más bien suplementen o resalten a este.

Y finalmente, los planos más lejanos del encuadre, deben de ser concordantes, o por lo menos, neutros, con relación a la idea que queremos expresar.

Ahora bien, al margen de lo dicho y sin entrar en contradicción con ello, los ángulos de toma se dividen en cuatro tipos, según el nivel de altura con respecto al motivo desde el cual se realicen, teniendo cada uno de estos, su connotación particular que debe ser conocida por el fotógrafo, para su utilización consciente.