Fotografía publicitaria

    La publicidad destaca por poner como cebo el objeto del deseo, para derivar este deseo hacia otro objeto, en este caso el producto promocionado, evocando en nuestra mente figuras o fantasmas que pertenecen a la cultura en la que nos movemos y que tienen un fuerte anclaje sensual o ideológico.

    La fotografía publicitaria está volcada hacia el objeto de la publicidad y se apoya en un culto al objeto al que eleva al rango de objeto del deseo. Se intenta crear en el receptor una imagen de verosimilitud por medio de la combinación de los diferentes elementos que aparecen en la imagen, partiendo de denotaciones para establecer una estrategia de la connotación, que es donde se halla el verdadero mensaje.

    En este tipo de fotografía la significación es absolutamente intencionada, elaborada. La pose, la iluminación, la composición, el encuadre, los detalles... responden a una idea previa en la que todos los objetos deben poseer un fuerte valor connotativo. La imagen publicitaria se apoya fundamentalmente en dos pilares: uno es la estrategia de la seducción, con sus imágenes fuertemente emocionales y sensualidades; y otro la identidad y la objetividad, mediante las cuales pretende crear una significación de que lo que se presenta es idéntico al objeto.

     La fotografía publicitaria elabora el significado a través de la puesta en escena. Está hecha para el espectador. Son imágenes que quieren decir algo, implicar al espectador. Se busca una perfección analógica en los elementos, bajo la cual subyace la estrategia de la connotación. Su función es persuasiva, a través de la asociación de ideas que genera en el espectador.